jueves, 15 de mayo de 2008

Un día de Playa

  1.   Llegamos a la playa temprano para coger un buen sitio, primera fila si es posible, montamos nuestra silla nos sentamos a tomar el Sol y descansar con el ruido de la olas, promete ser una mañana maravillosa. Ya, estas extasiado mirando el paisaje y de pronto una sombra frente a ti que sin darte tiempo a nada te pone en tus manos un reloj reluciente y que te dice que jamás se atrasa y que lo puedes llevar a la playa (por supuesto lo que no te dice es que no lo puedes meter en el agua) y todo eso solo por treinta Euros, le sueltas el reloj y le dices que no, entonces empieza a rebajar y te lo puedes quedar hasta por 8 Euros (A El le costó solo 4 Eu. así que aún gana algo), por fin se va y cuando vuelves a tu rutina se aparece ahora una chica que le quiere vender a tu Sra. unos manteles, luego viene la de las batas de casa y seguidamente el de los CD y DVD te los quitas de encima como puedes hasta que te ataca el de las gafas de Sol. En realidad tu el que quieres que llegue es el que vende refrescos y patatas, pero el pobre hombre anda huyendo de la policía que al parecer es al único que persigue. Se termina el día y te han visitado más de una decena de estos mercaderes que comercian con mercancía de dudosa procedencia y más dudosa calidad y para colmo te han obstaculizado la visión de la rubia, Rusa por más señas, que topless se sentó delante de ti. No hay derecho, son una plaga.
Mañana empazaré el día de la misma forma y a ver si hay más suerte (por lo menos con lo de la rubia) porque los vendedores, como las golondrinas, volveran.

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