Ya ha pasado más de año y medio cuando los miamenses asistimos asombrados al “culebrón” que nos dedicó el hasta en entonces sacerdote católico Alberto Cutie (Padre Alberto), su entonces furtiva novia Ruhama y la iglesia Católica Romana a la cual El pertenecía. Aquel acontecimiento dejó atónitos a fieles, a sus compañeros de sacerdocio, público en general y hasta alguna atea que solo lo veía en la TV porque el chico era un buen mozo y de verbo fácil.
Luego, como bien nos aclara el refranero español, “El tiempo cura las heridas” y aunque estas fueron profundas todo pasa y solo queda el mal sabor de boca que deja una actuación equivocada por quien no tuvo la cordura suficiente para hacer las cosas correctamente. Sobre esto ya opiné en su momento en un post anterior. (Verlo mas abajo)
Hoy el reverendo Cutie es un pastor de la Iglesia Episcopal, rama esta del cristianismo que abrazó cuando abandonó al catolicismo y además un hombre casado, anhelo este que le impulsó a obrar de tal manera y a quien su esposa Ruhama le ha dado una niña que llevara el nombre de Camila Victoria. Enhorabuena y que Dios la bendiga. La novela llega a su fín.
Luego, como bien nos aclara el refranero español, “El tiempo cura las heridas” y aunque estas fueron profundas todo pasa y solo queda el mal sabor de boca que deja una actuación equivocada por quien no tuvo la cordura suficiente para hacer las cosas correctamente. Sobre esto ya opiné en su momento en un post anterior. (Verlo mas abajo)
Hoy el reverendo Cutie es un pastor de la Iglesia Episcopal, rama esta del cristianismo que abrazó cuando abandonó al catolicismo y además un hombre casado, anhelo este que le impulsó a obrar de tal manera y a quien su esposa Ruhama le ha dado una niña que llevara el nombre de Camila Victoria. Enhorabuena y que Dios la bendiga. La novela llega a su fín.
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